La historia de «Matu» por su mamá Adriana.

Cuando decidí escribir la historia de Matu no sabía como comenzar, creo que la bendición de su llegada fue lo mejor que nos pudo pasar.

En 1999 nació Tomás mi hijo mayor, un ser dulce y encantador.

Cuando tenía 5 años decidimos que una compañía estaría bien. Nació Zoe, quién lamentablemente nos dejó a minutos de haber nacido. Nadie puede predecir lo que va a pasar, pero la pérdida de un hijo es tan devastadora que no hay palabras para explicarla.
Tomy a pocos metros de todo esto, comenzó a decaer y nosotros con él. Con ayuda de terapia nos empezamos a levantar muy de a poco, y en el medio de todo este torbellino y a sólo tres meses de despedir a mi hija, quedé embarazada de Mateo.

Esta es la historia de Matu, ese angel que llegó para enriquecer aún más nuestras vidas.

Matu, tuvo que llegar prematuro, mucho riesgo para los dos después de una cesárea reciente. 3,350 kg, y de 35 semanas. Un muchachito berrinchudo y sonriente que no nos dejó dormir por dos años y que nos dimos cuenta que iba a necesitar más ayuda que el resto. Caminó al año y 3 meses, dejó la teta al mismo tiempo, pero nunca habló.
Comenzó con terapia del lenguaje antes de los dos años, jardín maternal al año.
Estudios hechos? Audición, endocrinológicos, neurológicos, psicológicos, psicopedagógicos, psiquiátricos, cardiológicos, hematológicos, sigo? Tenemos una carpeta grande, grande de estudios. Todos geniales, Matu clínicamente no tenía nada. N A D A Pero NO HABLABA, se desconectaba de a momentos, gritaba, rompía cosas.

No sabíamos que hacer…

Recién cuando cumplió los 3 añitos, tuvimos su diagnóstico: TGD y Disfasia Expresiva Severa. Comentando todo esto nos enteramos de un tratamiento de biomedicina para el autismo, totalmente desconocido en Argentina, pero muy efectivo en el resto del mundo.

No esperé mucho, al otro día comencé a investigar por médicos, los cuales no encontré fácilmente, y ahí supe que no sería fácil, pero que haríamos la dieta pase lo que pase, a pesar del pediatra, de todos los que nos llamaban locos, de los que nos insinuaban que íbamos a desnutrir a nuestro hijo, a pesar de que junto al diagnóstico nos dijeran que mi hijo autista NO TENÍA CURA, que lo quisiera mucho porque lo tendría que institucionalizar en unos años, y tantas otras crueldades que mejor no recordarlas.

Pero después de 2 semanas de dieta GFCF, Mateo durmió toda la noche (nunca lo había hecho), comenzó a controlar esfínteres, y al tiempo, su conexión era otra, ya no gritaba tanto, no rompía, nos llevaba con él hacia lo que quería. Desde entonces, Mateo es otro nene. No puede hablar pero se comunica todo el tiempo. Mejoró su concentración y atención. Y a nivel motriz demuestra firmeza, ya no se cae torpemente, trepa, va a una plaza sin miedos y se lo ve feliz jugando.
Estamos agotados, las terapias nos llevan todo el día todos los días. Pero ver que avanza, que se siente bien, nos hace pensar que vale la pena el esfuerzo, las terapeutas, sus médicos, la dieta, etc., todo va hacia el mismo camino, que él esté bien y feliz. Que sea aceptado por nosotros y por los demás tal cual es. Después de todo, todos somos distintos, ¿porqué él sería la excepción?



De ahí en más, supimos que abrir su historia al mundo, y ayudar a otros niños para su mejoría era nuestra sueño, BIOABORDAJES es nuestro sueño y gran parte de nuestra historia.

Adriana Peralta